19 de marzo de 2018

Colaboración: 19 de marzo, últimos días de otoño; comienza la primavera; los campos florecen; las abejas espolean

Lunes, 19 de marzo.

Pepe López (Pepe el de Guayadeque)
El 19 de marzo, como siempre, un día después del 18 y uno antes del 20, los que ya tenemos algunos años lo recordamos como el día de San José. Pero desde hace unas décadas, la gama comercial lo ha dedicado al Día del Padre, cosa que no me parece mal del todo, ya que es un día de referencia, no sólo para hacer un regalo, sino simplemente para recordar y felicitar a los agraciados en este día aunque, desgraciadamente, no todos tenemos a nuestros padres junto a nosotros, pero gracias a Dios los seguimos recordando como si estuviesen en este mundo.
Yo, de verdad, puedo contar con gran satisfacción que pude disfrutar del mío más de medio siglo y aún, hasta el día de hoy, parece como si estuviese junto a él, y más cuando estoy en el Barranco de Guayadeque, el lugar que le vio y me vio nacer donde todo son recuerdos para no olvidar. Pero no todo era de color de rosas, pues al ser un hombre  que sabía diferenciar el quién es quién y separar la paja del trigo, era un hombre buen entendedor al que pocas palabras bastaban. Era una persona muy precavida, con sus defectos, claro está, como todo ser humano.
Gracias a Dios tuve la oportunidad de ser educado por unos padres de respeto, eso que no era comprado ni regalado, sino que se ganaba a diario. En esos tiempos en los que todos teníamos obligaciones, ese padre, con una mirada, te lo decía todo; y nuestras madres, cuando hacíamos algo indebido, sólo tenían que decir "cuando tu padre llegue" o "cuando tu padre se entere". Que tiempos aquellos, parece un cuento. Las propias mujeres se sentían protegidas con la imagen del padre, en este caso, sus maridos.
Si le doy para atrás a mi mente, recuerdo al padre que tuve y que sigo teniendo en el más allá. Al igual que él, a todos los guayadences que tuvieron su niñez en el barranco y envejecieron su piel en las faenas del campo, en muchas ocasiones, acompañados de sus esposas e hijos, cuidando de sus animales para el sustento de las familias. ¡Qué tiempos aquellos en los que mi padre me ayudaba en mi niñez y, luego, yo a él en su vejez!. Espero encontrarnos otra vez en la otra vida.
Sin más, me despido, no sin antes felicitar a todos los padres del mundo y, como no, también a los que lleven el nombre de José o Josefa.
"Al mío lo queremos felicitar / yo y toda la familia, / mi madre en especial, / por todo lo bueno que hiciste. / Por el día del padre, / por el día de tu santo / y, sobretodo, por ser como eras. / Sólo te pido que dónde quiera que estés, / asegurándome que en la gloria, / que desde ahí le des fuerza a mamá / para que nunca se sienta sola"Muchas felicidades, Papá.