21 de enero de 2018

Diario de un cura: Aburrimiento

Domingo, 21 de enero.

Jesús Vega*
Marina me lo preguntó con mucho tacto, casi con temor a ofenderme. "Y tú no te aburres con las misas, diciendo lo mismo al celebrar la misa?" Yo, también con mucho tacto, casi con temor a ofenderla, le pregunté: "Marina, cuando tú vienes a la misa, ¿tú crees que yo siempre digo lo mismo?"
Ella, que solo tiene 17 o 18 años, sonrió tímidamente, se puso un poquito roja, lo que la hacía más guapa, y me dijo algo así como "tú sabes lo que te quiero decir". Y yo lo sabía, claro, y me dio la oportunidad para contarle cosas. Le comenté que lo de la misa es una parte, solo una parte, aunque muy importante, de la vida de los curas. Pero que hay muchas tareas más. Si uno ama lo que hace, no hay tiempo para aburrirse. Casi ni para ver televisión, ni ir al cine. Ser cura es sentir que te debes a la gente del pueblo. Que todas las horas del día deben estar marcadas por el deseo de servir. Y siempre falta tiempo para visitar a todos los enfermos, para preparar reuniones, organizar actividades, reunirte con los diferentes grupos o, simplemente, estar con la gente de tu pueblo.
Le pregunté: "¿Tu madre se aburre, Marina?" Y ella se rió abiertamente. "¿Mi madre? Yo no sé como aguanta con tantas tareas, trabajando fuera y cuidándonos a nosotros. No tiene tiempo para aburrirse. A lo mejor, siguió reflexionando ella, sería bueno que se aburriera algo. Así, al menos, descansaría. Pero siempre tiene cosas que hacer".
Así es. Las madres nunca se aburren. Los curas tampoco debiéramos aburrirnos nunca. Si fuera así, sería señal de que estamos descuidando algo nuestras tareas o que nos hemos acomodado. Y lo de la misa, Marina, aunque dure solo algo más de media hora, hay que prepararla, hay que dedicarle tiempo. Porque si no, lo mas probable es que quienes acaben aburridos son los que vienen a la misa. Por eso no me aburro. Porque no quiero aburrir a nadie.
*Jesús Vega es párroco de San José Obrero de Cruce de Arinaga.