Antonio Morales*
El cambio climático y la economía de uso intensivo del carbono causan
cinco millones de muertes cada año, 400.000 debidas al hambre y las
enfermedades transmisibles agravadas por este elemento químico y 4,5
millones vinculadas a la economía del carbono y la contaminación
atmosférica. Los efectos del cambio climático ya cuestan a la economía
mundial el 1,6% de su PIB (1,2 billones de dólares al año); el rápido
ascenso de las temperaturas y la contaminación relacionada con el
carbono doblará los costes alcanzando el 3,2% del PIB mundial en 2030;
las pérdidas para los países más pobres son ya enormes y se prevé que se
llegue a un 11% del PIB de promedio; las principales economías
mundiales se están viendo igualmente afectadas: en menos de 20 años,
China soportará la mayor parte de las pérdidas, con más de 1,2 billones
de dólares, la economía de Estados Unidos se frenará en un 2% y la de la
India experimentará una recesión de más de un 5%; a principios de la
década de los treinta de este siglo más de 130 países alcanzarán un
factor de vulnerabilidad alto, frente a los 90 que lo sufren en la
actualidad; los daños en la producción agrícola o las condiciones
climáticas extremas multiplicarán las muertes por desnutrición, pobreza y
enfermedades, con especial rigurosidad en los países pobres…
Se trata de los últimos datos aportados, el pasado 26 de septiembre,
por el Monitor de Vulnerabilidad Climática elaborado por DARA, una
institución internacional independiente y humanitaria fundada en 2003, y
por el Foro de Vulnerabilidad Climática, un grupo de cooperación
gubernamental que reúne a 27 países en desarrollo de Asia, África y
América, que se enfrentan a altos grados de inseguridad debidos a la
transformación del clima.
Para José María Figueres, expresidente de Costa Rica y uno de los
asesores del informe, supervisado por más de 50 científicos, economistas
y expertos en políticas públicas, “mil trescientos millones de personas
siguen luchando para escapar de las formas más extremas de pobreza,
mientras las principales economías luchan por dejar atrás agobiantes
crisis financieras y económicas (…). El Monitor muestra como la falta de
acción ya ha causado daños sin precedentes en la economía mundial y
amenaza a la vida humana en todo el mundo”. Según la Guía del Cálculo Frío de un Planeta Caliente, un cálculo meramente económico demuestra
la rentabilidad de tomar medidas decididas contra el cambio climático a
nivel mundial para evitar las desastrosas consecuencias económicas y
humanas que tendrá el crecimiento del consumo de combustibles fósiles
previsto a gran escala.
Desde luego, no se trata del único informe elaborado sobre este tema
por organismos internacionales y la comunidad científica, pero sí el más
reciente y contundente. Hace unos meses, la ONU nos advertía de
cambios “sin precedentes” en la Tierra con la mayor concentración en la
atmósfera de CO en 850.000 años; de una degradación de los bosques y los
suelos que suponen un costo superior a los daños de la crisis; con un
80% de la población viviendo en zonas donde el suministro de agua se
encuentra amenazado (Paul Kennedy, catedrático de Yale, afirma que el
mayor peligro para el mundo de aquí a 2050, la mayor amenaza para la
seguridad de los humanos, es la escasez de agua potable); de un brutal
deterioro de los océanos, el deshielo de los glaciares y una pérdida de
la diversidad alarmante. Para la Global Network of Science Academies,
que engloba a 105 academias científicas del todo el mundo, si la
población mundial sigue creciendo al ritmo actual y si mantenemos el
consumismo voraz de hoy día, las consecuencias para la naturaleza y el
futuro de la humanidad serán atroces.
En fin, se podrían seguir poniendo decenas de ejemplos que se dan de
bruces contra la globalización neoliberal que continúa anteponiendo su
estrategia ante la crisis frente a los compromisos medioambientales. La
profunda fe en la capacidad del mercado para solucionarlo todo deriva
en un ambientalismo de libre mercado que considera que “los problemas
ambientales tienen lugar debido a que los derechos de propiedad, un
requisito de los mercados libres, no están siendo identificados o
aplicados. Los problemas de polución del aire, de los ríos, y de los
océanos se deben todos a la falta de derechos de propiedad privada y/o
de su protección. Dado que clarificar y proteger los derechos de
propiedad es la función básica del gobierno en una sociedad libre, los
problemas ambientales son un ejemplo de la falla del gobierno, no de la
falla del mercado”. (Roy E. Cordato).
El mismo Nicholas Stern, en su informe de 2006, o Anthony Giddens, más
recientemente en su libro “La política del cambio climático" (Alianza
Editorial), centran las alarmas más en una catástrofe financiera que en
la sostenibilidad social y ambiental. Esta es la tesis economicista que
no puede combatirse más que desde el control y soberanía de los estados y
la política sobre los grandes poderes económicos que se han adueñado de
los términos “sostenible” o “verde” para disfrazar una voracidad a la
que no pretenden renunciar.
El investigador estadounidense Lester Brown sostiene que para salvar
la civilización y erradicar el hambre y la pobreza se hace necesario un
plan contra el cambio climático que vaya más allá de los acuerdos
internacionales sobre el clima, que han quedado obsoletos por las
presiones de los grandes poderes económicos y políticos, lo que coincide
con los planteamientos de Jeffrey Sachs cuando mantiene que el
desarrollo económico necesita volverse rápidamente sostenible para lo
que se requiere un nivel de cooperación mundial que no se ve por ningún
lado.
Al menos en teoría, Connie Hedegaard, Comisaria Europea de Acción por
el Clima parece tenerlo claro: “resultan sencillamente increíbles los
grandes riesgos que algunos están dispuestos a hacer correr a las
generaciones futuras. A pesar de los hechos y datos a nuestra
disposición, sigue habiendo muchos grupos de intereses partidarios de
que no se haga nada o de que se siga como si no ocurriera nada, o de que
simplemente nos olvidemos de la crisis climática hasta que hayamos
resuelto la crisis económica”.
Por estas latitudes vivimos en un territorio especialmente sensible
que ha visto como en los últimos meses se han sucedido siete olas de
calor. Los fenómenos tropicales se nos acercan. Las enfermedades de
otros climas hacen signo de presencia. La aguas se calientan y empiezan a
aparecer peces de otras latitudes. No estaría de más que defendiéramos
con más ahínco un modelo de desarrollo que pase por la democratización
de la energía, por la utilización de las renovables frente a las
fósiles, por el uso racional del territorio…
Pero por ahora, la apuesta sigue siendo la de atacar a las renovables y defender el gas y las extracciones de petróleo. Ah, y amnistiar a miles de viviendas construidas en dominio público.
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes.
Pero por ahora, la apuesta sigue siendo la de atacar a las renovables y defender el gas y las extracciones de petróleo. Ah, y amnistiar a miles de viviendas construidas en dominio público.
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes.