29 de noviembre de 2011

Opinión: "La fiesta de la democracia y su resaca"

Martes, 29 de noviembre.

Antonio Morales*
Cada vez que, desde el año 1977, nos enfrentamos a un proceso electoral, no dejan de surgir voces entusiastas que nos hablan de "la gran fiesta de la democracia", que nos dicen que vivimos "un día grande" para la colectividad porque elegimos a las personas que nos van a representar en las instituciones públicas encargadas de gestionar el interés general, las sendas por las que transitar por un camino de paz, seguridad, solidaridad, bienestar y desarrollo socioeconómico. Realmente debería ser así y, de hecho, fue así cuando los hombres y mujeres de este país rompieron las cadenas que los ataban a la dictadura franquista para propiciar una democracia ilusionante y soberana. Pero hoy la realidad es bien distinta y la frustración se hace más patente.
En estos momentos asistimos en Europa, ante la pasividad de casi todo el mundo (sindicatos, partidos políticos, ciudadanía,…) a la desaparición de la democracia, de las democracias que se concibieron después de la Segunda Guerra Mundial tras derrotar a la barbarie del fascismo y el nazismo. Cada día vemos como el capitalismo, el neoliberalismo, los mercados, sinónimos de lo mismo, van ganando cotas de poder, anulando a los poderes públicos y sustituyendo a la política y los políticos por sus empleados más diligentes, por los servidores de los bancos (léase Goldman Sachs, o la que sea) que nos metieron, con sus prácticas abusivas, especuladoras y codiciosas, en una espiral de miedos, incertidumbres y recortes sociales, laborales y económicos de difícil salida. Se consuma así un hachazo invisible a la democracia ante el mutismo de una mayoría silente y cómplice.
La sustitución de los jefes de gobierno legítimos de Italia y Grecia, o de titulares de organismos económicos como el presidente del BCE y el responsable de la división del FMI para Europa, por exempleados de Goldman Sachs, no es fruto de la casualidad. Como no es fruto de la casualidad que quien más esté sonando para ser nombrado como próximo Ministro de Economía y Hacienda de España por Mariano Rajoy sea Luís de Guindos, antiguo consejero asesor para Europa de Lehman Brothers, a no ser que se decante por Guillermo de la Dehesa, antiguo Secretario de Estado con Felipe González, que también está a sueldo de Goldman Sachs.
Es la terrible resaca a la que me refería en el título de este texto. Ya la misma noche de las elecciones, Rajoy avanzaba a la gente que le aclamaba, y a toda España, a través de los medios de comunicación, que el PP no había sido elegido para hacer milagros. De su entorno no dejan de llegarnos mensajes de que van a venir recortes muy fuertes, de que de algún lado tendrán que salir los 30.000 millones que hay que eliminar de los presupuestos del 2012 para cumplir con los objetivos del déficit que imponen los mercaderes europeos. Al tiempo, la CEOE le reclama que legisle rápido y le dice que no hay tiempo para consensos y la UE le exige "reformas profundas" y dar "pasos creíbles". Por eso se nos anuncia la necesidad de apurar las acciones para liberalizar y vaciar lo público (lo llaman liberalizar, pero detrás se esconde, como pasó con las eléctricas, la venta pura y dura, y casi nunca a buen precio, de los bienes públicos para propiciar una privatización que sacie el apetito de los lobbys), para hacer una urgente reforma laboral, para continuar con los recortes sociales que aumentan las diferencias y crean exclusión, para seguir sirviendo a los mercados, a los grandes poderes económicos, sin ningún tipo de cuestionamiento y apoyado por casi once millones de votos. Joaquín Estefanía hacía referencia, hace unos días, a un dibujante francés que publicó una caricatura de Angela Merkel en la que decía con sorna sobre la jornada electoral pasada: "los españoles creen que están votando algo importante para su futuro". También lo pensaban los catalanes que votaron a CiU, que ya han visto como, 48 horas después de las elecciones, les hacen unos recortes sociales brutales.
El eminente constitucionalista italiano Luigi Ferrajoli, en su libro "Poderes Salvajes" (Trotta), al que ya he hecho referencia, asevera que ante una democracia sin valores, el dinero se convierte en la única medida de las personas, y el mercado en la única fuente de legitimación de las relaciones sociales, y cita a Alexis de Tocqueville, que afirma, en "La democracia en América" (Trotta), que desde ese poder inmenso, los pueblos "imaginan un poder único, tutelar, todopoderoso pero elegido por los ciudadanos (…) Con ese sistema, los ciudadanos salen un momento de la dependencia para señalar a su amo y vuelven a entrar en ella". Obviamente no se trata de votar y después decirle a los encuestadores, para que figuren en los resultados de los sondeos, que la política y los políticos son el principal problema del país. A Bertolt Brecht se le atribuye un texto que habla de esto precisamente: "El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales".
"Ignorancia y miedo, egoísmos antisociales y desinterés por la política son otros tantos presupuestos de los giros autoritarios", comenta Ferrajoli, que añade: "a esto hay que añadir una forma de indiferentismo en el electorado de izquierdas: la particular primacía del interés y la vanidad personal que se manifiesta en el rechazo a votar por los partidos que no reflejen plenamente las propias ideas. El abstencionismo, en homenaje a una propia decantada pureza e indisponibilidad al compromiso, es la forma que asume este indiferentismo narcisista (…) en cierto aspecto más deplorable que el de derechas, porque no está determinado por la ignorancia y la desinformación, sino por la irresponsabilidad moral y política".
En fin, es lo que estamos permitiendo. Pero no podemos ni debemos nunca renunciar a recuperar el timón que nos haga reconducir la nave de una democracia a la deriva.
*Antonio Morales es Alcalde de Agüimes.